domingo, 30 de junio de 2013

REENCUENTRO


¡¡¡Era él!! ¡¡No podía creerlo!! Había pasado mucho tiempo, pero estaba seguro de que era él.

Lo tenía delante, casi podía olerlo...
Recordó sus manos cuidadosas, suaves; su canturreo matutino, siempre de coplas de amor fatal; sus chistes, tan divertidos, mientras iba colocando cada cosa en su sitio.
Su visita era el mejor momento del día, el mejor despertar a la rutina de la inmovilidad.

No podía dejar pasar la oportunidad, tenía que saludarle, seguro que él también lo recordaba.

Dio un paso adelante con la mano levantada, el golpe contra el cristal del escaparate hizo saltar la alarma.

Con este soplo participé en el Vendaval de Microrrelatos 2013. Vendaval 2013

sábado, 8 de junio de 2013

LA REBELIÓN DE LAS MÁQUINAS


Las máquinas decididas a participar en la creación del nuevo mundo comenzaron su rebelión:

Las impresoras de las oficinas se atascaron para no participar en el vómito de facturas impagadas de los clientes.
La pantalla de inicio de Windows de todos los ordenadores, incluidos los del Pentágono de los Estados Unidos, enseñaba la imagen de una sonriente niña saboreando su piruleta roja con su osito de la mano.
Los canales de todas las televisiones sólo emitían películas de amor de los años 50.
Las emisoras de radio ponían una y otra vez cumbias, merengues y sones cubanos.
Los móviles sólo recibían whatsapp con chistes, de los buenos, claro.
En todas las fotos aparecía un enorme y brillante sol llenando de luz cada imagen, por triste que fuera.
La estación de destino de todos los trenes era Felicidad.
Los tubos de escape de los coches despedían nubes de golosinas, convirtiendo las calles en esponjosas alfombras rosas y blancas...

Los humanos sucumbieron, una vez más, ante las máquinas y comenzaron su propia rebelión:

Decidieron dejar de imprimir las facturas impagadas y poco a poco se fueron solucionando los impagos.
Saludaban cada día con la mejor de sus sonrisas a la niña de Windows.
Gracias a las películas de amor cada noche recibían a sus parejas con una cena a la luz de las velas.
Llegaban cada día al trabajo bailando con soltura los sones cubanos que salían de sus auriculares.
Reían y reían con cada chiste del whatsapp, hasta tener agujetas en el estómago.
Buscaban el sol en cada foto que hacían, y cuando estaba nublado lo pintaban con el photoshop.
La estación de Felicidad se convirtió en el lugar más visitado cada fin de semana, tanto que tuvieron que ampliar su oferta hotelera.
Saltaban, corrían y hacían el pino por las alfombradas calles rosas cada mañana al ir al trabajo y cada tarde para ir al parque con sus hijos...

Y despertó con una sonrisa en la boca, una sonrisa con sabor a piruleta roja, el sol brillaba por la ventana, era un día perfecto para comenzar la rebelión... Here comes the sun