jueves, 28 de julio de 2011

LAS ESTACIONES DEL METRO

Viajamos en el metro absortos en el libro que nos entretiene en la vuelta a casa después del trabajo, sin ser conscientes de que la rutina diaria no nos deja ver qué historias se pueden esconder en cada uno de los vagones.

Quedan lejos los días en los que montarnos en el metro no era rutina, era un día especial en nuestra infancia en el que nos llevaban al cine, al Retiro, a ver a nuestros tíos...

De pronto, en esa rutina diaria de la línea azul que de pequeños nos descubría como era el cielo de cualquier otro lugar de la ciudad, levantamos la mirada del libro salvavidas y sonreímos, no sin cierta nostalgia, ante la pregunta del niños que va sentado a nuestro lado:
- Y nosotros, ¿en cuál nos bajamos?
- En Sol - responde la abuela - mira, ahí arriba puedes ver cuántas estaciones nos quedan.

Así, mientras él lee una estación tras otra, volvemos a ser niños recordando lo importantes que nos sentíamos viajando en metro y leyendo solitos el nombre de cada estación que nos faltaba para llegar a nuestro Sol.

martes, 26 de julio de 2011

AMISTAD IMPERECEDERA

Barría el umbral de la puerta de su recién estrenada casa con su recién estrenada escoba cuando descubrió en el suelo unas hermosas flores de colores, perfectamente colocadas y esperando a ser recogidas de su abandono.

- Qué lástima- pensó-, algo tan bello y puede llegar a desintegrarse con un simple barrido…

Para salvar a aquellas flores de lo que podría haber sido una efímera existencia las cogió una a una, con cuidado las puso en su recién estrenado cogedor y entró con él en casa como si de una ofrenda a la dioses se tratara.
Buscó un hilo lo suficientemente fuerte pero a la vez delicado para atar una a una cada flor hasta formar una diadema con ellas y la colgó de la única lámpara que hasta ahora tenía en la casa.

Aparcó la aburrida tarea de limpieza para buscar en internet cuál era la técnica para el secado de flores. A los pocos días consiguió que las flores lucieran como si estuvieran recién cortadas y su diadema pasó a ser el adorno más llamativo de su salón.

Cuando sus amigas quisieron aprender a crear algo tan bello de apariencia perecedera pero en realidad resistente al paso del tiempo, enseguida encontraron en sus agendas el espacio semanal para reunirse. Y, así, con la excusa de crear esos coloridos adornos florales consiguieron, con sus risas, sus charlas, sus llantos a veces, alimentar y dar calor a sus almas y a la amistad que las unía más allá del paso del tiempo.

Relato para mi participación en el taller de micros sobre esta imagen de Pablo Díaz

sábado, 23 de julio de 2011

LA LUZ DE LA LUNA

Foto tomada por mí después del eclipse de luna del 15/07/2011
Contempló la luna antes de acostarse.
Esa luz le hizo recordar otro cielo, otras estrellas, invisibles en la ciudad pero de un brillo realmente mágico en otras noches.
Esa luz le evocó los olores de la madrugada, en el silencio de las calles vacías donde sólo se oía el eco de sus pasos.
Cerró los ojos, respiró hondo, el fresco recuerdo de esos olores llenó todo su cuerpo, toda su alma. Se tumbó en la cama y se durmió…
Esa luz la despertó a la hora en la que estaría oyendo el eco de sus pasos y oliendo el frescor de la madrugada,
y esta vez no se durmió.


Con este relato participé en el Vendaval de Microrrelatos 2011: http://vendavaldemicros2011.blogspot.com/