Cada día veía el espejo del pasillo de la primera planta y
se quejaba por no poder subir hasta él, pero sus padres, sus hermanos mayores y
la tata le recordaban que ella tenía la ventaja de pasar el día entero en el
jardín, si lo deseaba, sobre todo desde que habían ampliado la puerta de atrás, para que la silla de ruedas pasara sin chocar con el marco.
Pero a ella eso no le consolaba, porque lo que quería era
mirarse en el espejo, peinar su precioso pelo largo, del que tanto presumía con
su hermana pequeña, dejarse llevar en el mar de sus ojos azules como hacía su
padre cada noche al acostarla y hacerle esas muecas tan divertidas que sus
primas le habían enseñado.
Y así, mientras pensaba en cómo sería verse a través de ese
espejo, comenzó a subir las escaleras.
Un sueño tiene que ser suficiente para ayudarnos a avanzar... Muy bonito, Ana ¿la foto es tuya?
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias, Anita!
EliminarSí, la foto es mía, es en el Casino de Madrid.
Con un sueño basta para creer, desde luego.
Besos.
Ana
Muy bueno Anita....la verdad es que necesitaría que escribieras más...me gusta mucho como me dejas con ganas de mas! Un beso
ResponderEliminarAntonio
Pues seguiré buscando inspiración para dejarte con ganas de más y más historias....
EliminarBesossss
Quererse mucho a uno mismo, por ahí empieza todo... y para quererse hace falta un espejo que refleje para ti todas esas cosas buenas que ofrecemos a los demás. Me encanta tu mensaje Ana, si el espejo está alto, nosotros subiremos a mirarnos!!
ResponderEliminarBesos.
Mabel.
Desear, subir, alcanzar, mirarse...eso es lo que todos necesitamos: vernos a través del espejo, por más jardines que tengamos.
ResponderEliminarGracias por tanta verdad, Ana!
Un beso,
Natalia