¡¡¡Era
él!! ¡¡No podía creerlo!! Había pasado mucho tiempo, pero estaba seguro de que
era él.
Lo
tenía delante, casi podía olerlo...
Recordó
sus manos cuidadosas, suaves; su canturreo matutino, siempre de coplas de amor
fatal; sus chistes, tan divertidos, mientras iba colocando cada cosa en su
sitio.
Su
visita era el mejor momento del día, el mejor despertar a la rutina de la
inmovilidad.
No
podía dejar pasar la oportunidad, tenía que saludarle, seguro que él también lo
recordaba.
Dio un
paso adelante con la mano levantada, el golpe contra el cristal del escaparate
hizo saltar la alarma.
Con este soplo participé en el Vendaval de Microrrelatos 2013. Vendaval 2013
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