jueves, 14 de marzo de 2013

EL ESPEJO


Cada día veía el espejo del pasillo de la primera planta y se quejaba por no poder subir hasta él, pero sus padres, sus hermanos mayores y la tata le recordaban que ella tenía la ventaja de pasar el día entero en el jardín, si lo deseaba, sobre todo desde que habían ampliado la puerta de atrás, para que la silla de ruedas pasara sin chocar con el marco.

Pero a ella eso no le consolaba, porque lo que quería era mirarse en el espejo, peinar su precioso pelo largo, del que tanto presumía con su hermana pequeña, dejarse llevar en el mar de sus ojos azules como hacía su padre cada noche al acostarla y hacerle esas muecas tan divertidas que sus primas le habían enseñado.

Y así, mientras pensaba en cómo sería verse a través de ese espejo, comenzó a subir las escaleras.